miércoles, junio 22, 2005

El matrimonio homosexual (por Paloma)



Debido a la aparición de la nueva ley en la que se aceptan los matrimonios homosexuales (tanto de gays como de lesbianas) parece que el tema se haya puesto muy de moda, como si este tipo de relaciones fuese algo nuevo y debiese de tratarse como tema tabú.

Está claro que los que más en contra se han manifestado contra la ley han sido las clases más conservadoras de nuestra sociedad; especialmente por parte de la Iglesia, que hasta ha convocado una manifestación en nombre de la “familia y su dignidad”...

¿Pero qué es lo que dice exactamente esta ley para que tanta gente haya saltado a la calle para que se anule?

Según parece “el proyecto reconoce a las parejas homosexuales: que se casen, que tengan derechos como el de adopción, pensión y herencia, pero el Gobierno asegura que con esta ley la institución matrimonial no se verá amenazada.
El proyecto ha sido elogiado por optar por un cambio en el actual Código Civil que cubra a las parejas homosexuales, en lugar de crear una ley separada que rija las uniones del mismo sexo, lo que podría haber conducido a más discriminación.”

Pero por lo visto esto no gustó nada a la Conferencia Episcopal Española, que no tardó en emitir un comunicado en el que afirmaba que esta ley “desfigura la institución del matrimonio y es radicalmente injusta y perjudicial para el bien común”.“Si esta ley se llevase a cabo, la institución matrimonial quedaría severamente afectada”

Hay muchas maneras de afrontar esta tendencia, la más aceptable parece vivirla sin más, como algo normal, tal y como uno es; sin embargo para los católicos esto es una cruz que se debe asumir de una única manera: viviendo la castidad.

¿Cuál es la opinión verdadera de la Iglesia entonces? Una página católica en internet nos ofrece respuestas:

- ¿Qué hacer ante la homosexualidad?
El sacrificio de la castidad les proporcionará como beneficio una fuente de autodonación que los salvará de dicha forma de vida que amenaza continuamente con destruirlos. Puesto que la homosexualidad impide la propia realización y felicidad, porque es contraria a la naturaleza.

-¿Y qué pasa si encuentran mucha dificultad para curarse y se abandonan a dichas tendencias? Porque, además, muchos se niegan a considerarlo una enfermedad, y dicen que es algo genético.
Viendo que hace más de un siglo que se busca un origen genético, y los avances científicos indican más bien que no lo hay. Ésta tiene que ser bien sobrevenida; existen ejemplos de terapias de curación de la homosexualidad, claro que también es cierto que unas tienen más éxito que otras.
Pero es que existen muchas enfermedades, como el asma o la artritis reumática, que por el momento no siempre se pueden curar. Sin embargo ningún médico serio concluiría que no tiene sentido someter a esos pacientes a un tratamiento, o estudiar nuevas posibles terapias.
Así que abandonarse a las tendencias homosexuales no es un estilo de vida alternativo recomendable para nadie.

-¿Por qué entonces, ante esta enfermedad, la Iglesia católica es tan dura y poco comprensiva con los homosexuales?
Me parece que no es así. Es la misma sociedad la que, en muchas épocas y ambientes, ha sido dura y poco comprensiva. A veces los católicos se han contagiado de esa mentalidad, pero la Iglesia católica sabe bien que las tendencias homosexuales constituyen para algunas personas una dura prueba, e insiste en que deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza, y que ha de evitarse respecto a ellas todo signo de discriminación injusta.
Las inclinaciones homosexuales son objetivamente desordenadas, y por tanto es inmoral realizarlas, pero como persona merece todo respeto. Esas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
Deben pedir ayuda a Dios, aceptar el sacrificio que comporta su situación, y luchar con paciencia y perseverancia por salir de ella.Una persona homosexual es portadora de una cruz singular.
No es fácil dar al asunto mejor explicación que al hecho de que tantas personas sufran enfermedades o limitaciones físicas o psíquicas de cualquier índole, y que a veces tanto cuesta entender y aceptar.
También hay gente que, por ambiente o por educación, o por otras razones, han caído en el alcoholismo, o en la droga, a veces sin demasiada culpa por su parte. Y todos ellos deben soportar esa cruz, y procurar salir de esa situación, sin tomarla como justificación para llevar un estilo de vida abandonado al error.Esas personas han de ser ayudadas para que puedan ser plenamente felices.
Y su necesidad principal no es el placer sexual, sino la alegre y necesaria certeza de sentirse queridas, comprendidas y aceptadas personalmente. Pero la solución no son las relaciones homosexuales. Lo único que se alcanza con ellas es entrar en un círculo vicioso, pues la necesidad, no solo sexual sino afectiva, no queda satisfecha.

Está claro ¿no? Si te das cuenta de que eres homosexual, ni se te ocurra intentar salir del armario; estás ante una enfermedad gravísima que es mejor nadie sepa de ella. Nada de perseguir el ideal humano de “casarte, tener hijos y ser feliz”. La castidad es tu mejor remedio. Y a manifestarte contra aquellos, que son como tú pero desean salirse del tiesto.

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