lunes, febrero 06, 2006

Irracionalidad.

Los generales son famosos por insistir en emplear estrategias cuya inutilidad está claramente demostrada. En la Primera Guerra Mundial, era evidente, aunque sólo fuera por la batalla de Verdún, en la que se perdieron 800.000 vidas, que, en la guerra de trincheras, los ataques directos no sólo estaban condenados al fracaso, sino que suponían más pérdidas para los atacantes que para los defensores. Sin embargo, en la batalla de Somme, el general Haig, que en las primeras horas ya había perdido 57.000 hombres, siguió atacando las posiciones alemanas, muy bien defendidas, con nuevas y terribles pérdidas de tropas.
En este caso no era Haig el que sifría, claro está, sino sus hombres.

Irracionalidad: el enemigo interior.
Sutherland.

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