jueves, febrero 09, 2006

Democracia deliberativa.

Todos no hemos preguntado por qué estamos en una democracia. Qué diabólicas eventualidades históricas nos han llevado a ella y, sobre todo, ¿no hay un modelo mejor?. Por lo general se piensa, creo que acertadamente, que no existe un modelo más adecuado y mejor para lograr eso que llamamos dignidad, y un pao más allá, felicidad. Sin embargo vemos que no siempre funciona bien la democracia. Parece en ocasiones que se aproxima a un ocaso de estupidez, donde las opciones se reducen a dos partidos políticos de dudosas diferencias ideológicas y enormes paladas de mierda que arrojar al contrario. En otras ocasiones desemboca en crónicas rosas de encuentros y desencuantros entre nuestros dirigentes estériles y absurdos. Parece que las democracias poco a poco se van convirtiendo en sistemas de gobierno bipartidistas donde dos corrientes, cada vez más próximas entre sí, se van alternando en el poder. Y en las que, del mismo modo, lo importante deja de ser gobernar bien y pasa a ser el colocarse la corona de poder.

Ante esto una serie de filósofos, políticos, sociólogos, etc, están desarrollando una teoría que llaman Democracia Deliberativa. No es nueva, en absoluto, de hecho tiene importantes componentes socráticos y kantiano, y antecedentes en su aplicación, concretamente la Atenas del sV.

La democracia deliberativa, en su perfil más teórico, es expuesta en Democracia Deliberativa, de Jonh Ernest, por él mismo y sus colaboradores. Es un compendio de artículos acerca del tema. Pues si la democracia actual, llamémosla agregativa, que es la nuestra, la de votar cada cierto tiempo sin mayor reflexión que la individual, parece no ser todo lo buena que debiera (alta abstención, alto nivel de votos en blanco, votos disgragados en partidos políticos absurdos, votos irónicos como los echados a Maradona, etc), la democracia deliberativa quiere ir un paso más allá y llenar ese vecío. Avanzar. Consiste en plantear los problemas a la misma comunidad para que sea el individuo el que reflexione en público, razone en público, delibere (que no discuta) en público. Con ello se busca que el individuo se ponga en la piel del otro para entender sus intereses y ceder en sus ambiciones, tratando de llegar a un acuerdo en pos del bien de la comunidad; y en última instancia, tras haber deliberado y sin llegar a un acuerdo, votar. Pero incluso votando, al haber habido deliberación, quien salga “derrotado” deberá aceptar la legitimidad de la resolución.

Por supuesto, lo que Benjamin llamó “libertad de los modernos”, que son las libertades particulares de expresión, conciencia religiosa, etc, deberán ser aseguradas y no serán objeto de deliberación.

Se deberían habilitar espacios públicos para la deliberación. No todos deliberamos sobre todo, por supuesto, pero sí que en las cosas que nos atañen. La organización del asunto es lo de menos. La idea es la de aportar todos algo más que un papel a nuestro gobierno. La idea es participar de los asuntos que nos rodean, y hacerlo públicamente. Con la deliberación tengo que exponer racionalmente mis motivos en público y tratar de llegar a un acuerdo con el otro, que no es mi enemigo ni mi contrincante. Es mi vecino y es miembro de la comunidad.

Dejo estas pinceladas del extenso cuadro que es la teoría de la Democracia Deliberativa. Os remito al libro de Ernest y os dejo algo en que pensar.

Antes de que se me arroje a la cara la hermosa palabra de utopía, debo añadir que en Puerto Alegre, una especie de ciudad estado dentro de la ingente Brasil, se lleva pracando este modelo desde hace unos 20 años. Y añadiré también que es la ciudad más rica de Brasil.

Saludos.

1 comentario:

Jil. LO dijo...

Qué razón tienes Adro, pero que complicado es cambiarlo todo no? Nosotros, a pequeña escala usamos la democracia para votar a donde ir a nochevieja o qué hacer en verano no? Algo es algo. Quizás el siguiente paso es que discutas democráticamente con Arribas la alineacción del equipo del grupo ;)

Animo Adro! Tu puedes conseguirlo!!