lunes, junio 20, 2005

Trilogía por la dignidad II.

No es raro escuchar a culturalistas occidentales, y a varones de las otras culturas, que "desde el punto de vista africano la práctica puede servir como una afirmación del valor de la mujer en una sociedad tradicional". Por eso, "exigir el cambio de una tradición que es esencial para muchos africanos y árabes es el colmo del etnocentrismo".

Pero, ¿de qué se trata? "Mutilación genital femenina"- podríamos usar las siglas acostumbradas MGF pero convierte en abstracción un problema sangriento- es el término utilizado para referirse a la extirpación total o parcial de los órganos genitales exteriores femeninos. Su forma más severa es la infibulación, también conocida como circuncisión faraónica. Aproximadamente un 15% de todas las mutilaciones que se practican en África sin infibulaciones. No vamos a ahorrales la descripción. El procedimiento incluye la extirpación total o parcial del clítoris, la extirpación de la totalidad o de parte de los labios menores, y la ablación de los labios mayores para crear superficies en carne viva que después se cosen o se mantienen unidas con el fin de que al cicatrizar tapen la vagina. Se deja una pequeña abertura para permitir el paso de la orina y del flujo menstrual. La mutilación se lleva a cabo utilizando un cristal roto, la tapa de una lata, unas tijeras, o cualquier intrumento cortante.

El tipo de mutilación, la edad y la manera e que se practica la mutilación genital varía según diversos factores, entre ellos el grupo étnico al que pertenece la mujer o la niña, el país en que vive, si reside en un área rural o urbana y su origen socioeconómico. La edad en que se realiza también puede variar. Oscila entre poco después del nacimiento y el primer embarazo, pero generalmente se practica entre los cuatro y los ocho años. Según la Organización Mundial de la Salud, la media de edad está descendiendo. Esto indica que la práctica está cada vez menos asociada con la iniciación de la edad adulta, especialmente en las zonas urbanas.

A veces se realiza individualmente, otras en grupo de hermanas, vecinas o niñas del mismo poblado. Puede hacerse en el domicilio de la niña, o en algún sitio especial, junto a un río, o en la casa de la curandera. La persona que la realiza puede ser una anciana, una partera tradicional, un barbero o un médico, aunque lo más frecuente es que sólo intervengan mujeres.

En familias ricas es posible que la mutilación sea realizada por un médico cualificado en un hospital, utilizando anestesia local o general, a pesar de que la organización mundial de la salud ha prohibido a los médicos que la realicen.

Los efectos físicos y psicológicos son tremendos. Puede provocar la muerte. Más frecuente es experimentar dolores, conmoción, emorragias y daños en los órganos que rodean al clítoris y los labios. Pueden producirse retenciones de orina e infecciones graves, a veces crónicas. la infibulación puede provocar trastornos renales, cálculos en vejiga y uretra, infecciones en la pelvis e infertilidad, así como cicatrices prominentes y quistes en la piel.
El primer acto sexual se convierte frecuentemente en una terrible experiencia para la mujer. Para algunas será siempre doloroso. En el parto suele haber graves desgarros. Los efectos psicológicos son más dificiles de investigar que los físicos. Pese a la falta de pruebas científicas los relatos personales de mutilaciones revelan sentimientos de ansiedad, terror, humillación y traicion.
Pero los defensores de estas prácticas culturales aducen que las mujeres están de acuerdo. La misma OMS llamó la atención sobre "la paradoja de que las víctimas de la práctica sean también su más firmes defensoras". "Dificilmente puede no serlo", añaden. " En el mejor de los casos, la gente es reacia a cuestionar la tradición o a adoptar una posición independiente, a fin de no perder la aprobación social".
Los culturalistas que consideran que todas las manifestaciones culturales tienen el derecho de ser protegidas olvidan que todas las reivindicaciones occidentales -lucha contra la esclavitud, contra la tiranía, etc- iban contra la cultura ambiente. Con el pretexto de defender las culturas son radicalmente injustos. [...] Como todas las proclamas relativistas, acaban segando la hierba bajo sus mismos pies. Si hay que proteger todas las culturas, también habrá que proteger las imperialistas, expansivas y todas aquellas que desprecien al resto de las culturas. Un disparate.
Las culturas deben protegerse, pero protegiendo a las personas, no convirtiéndolas en víctimas propiciatorias. La Ciudad Feliz se construye de abajo arriba. Todos tenemos derecho a pertenecer a una cultura, a poder acceder a ella, seguir nuestras creencias y costumbres, con la sola condición de no vulnerar otros derechos. Poner la cultura por encima del individuo acaba con fercuencia en violencia para las personas.
José Antonio Marina
La lucha por la dignidad

2 comentarios:

Adronauta dijo...

Diversos estados están reconociendo la mutilación genital femenina como motivo para conceder el asilo. Algo es algo.

Anónimo dijo...

¿Cómo a estas alturas todavía pueden existir semejantes brutalidades? (sea en la cultura que sea)

Pero es cierto que hasta que las mismas mujeres no luchen xq esto sea de otra manera, nunca acabará por desaparecer.

Machismo y más machismo (tanto por parte de los hombres como de las mujeres)...simpre igual.

No hay que ser muy feminista para darse cuenta que el miedo de la esposa hacia su marido no es la solución al adulterio.