lunes, mayo 30, 2005

Freak Show.



Por fin me ha llegado el DVD-CD del Freak Show. Me han venido a la cabeza recuerdos de aquella noche madrileña. Allí, en el concierto, recuerdo las cámaras que había en las columnas. Eran como las cabinas de los coches que hay en las salas de juegos, con el paisanín en las alturas filmando con cara de desidia completa. Aquello era amor por su trabajo. En todo caso lo que recuerdo es la ilusión que me hizo saber que, de aquel concierto que tantísimas ganas tenía de ver, podría tener algo más que mi una ficha en mi memoria.

La primera vez que vi a Bunbury en concierto fue en el último que dio de su gira Flamingos, que viajamos Fredo y yo hasta la capital sólo para estar persentes. No sabía a qué me iba a enfrentar, pero los cerca de 30€ que constaba la entrada ya podían deparar algo bueno. Al final fue una gozada, cantando canciones de sus discos en solitario y de Avalancha. Salió y volvió tantas veces del escenario que en una yo ya pensaba que se había ido definitivamente, teniendo que volver corriendo para una nueva canción. Tremendo.

En este concierto del Freak Show ocurrió al cotrario. Si del anterior no sabía a qué me enfrentaba, y no esperaba nada por el simple hecho de que no sabía qué esperar, del Freak Show contaba con que me dejase el mejor recuerdo. Quería extasiarme de sonidos y entrar en esa corriente que tan pocas veces permite entrar y que te borra todo pensamiento ajeno al momento. Por eso, cuando vi aquellas cámaras preparadas para filmar supe que mi frágil memoria no sería la única que me permitiese rememorar esos instantes. Al final, el concierto, aunque me gustó (¡¿cómo no?!), no alcanzó el nivel que yo le exigía de antemano. Recuerdo que había muchísima gente, que el escenario se veía muy a lo lejos, que estaba todo el mundo apretado. Recuerdo también que nos perdimos la última canción, ¡que era nada menos que La Chispa Adecuada!, para poder llegar a coger el metro (provincianos en la capital). Paloma estaba destrozada de los pies y se encontraba mal. Tuvimos que salir, y mientras nos íbamos sonó esa última canción, a lo lejos. Entonces pensé en esas cámaras. No pasaba nada. Lo importante era coger el metro, ellas recogerían el momento para mí. Esperaría. Sé esperar. Para todo lo bueno hay que esperar. Al final cogimos el metro aunque no llegamos a coger el transbordo, pero esa es otra historia.

Saludos.

1 comentario:

armando dijo...

Pasate por la página de mi amiga "kaleidoscopica" (a la que saludé en el concierto de ivan) que tiene una foto de este señor...quizás te guste.

Espero que aprobases el examen, acuerdate a quíen se lo debes.

un saludo,