viernes, mayo 13, 2005

Culto dionisiaco.

En la Grecia antigua existió lo que llamamos religión. Era lo relacionado con Dionisos o Baco. A Dionisos lo consideramos habitualmente como Dios del vino y de la embriaguez, de fama dudosa. La forma en que surgió -aparte de su adoración-, un profundo misticismo que influyó en gran medida en varios filósofos, es muy notable, y debe ser comprendida por toda persona que quiera estudiar el desarrollo de la ideología griega.

Dionisos era originalmente el Dios de Tracia. Los tracios eran mucho menos civilizados que los griegos, que les consideraron como bárbaros. Como todos los pueblos agricultores, tenían cultos a la fertilidad y a un Dios que la fomentaba. Nunca estuvo muy claro si Dionisos tenía la figura de un hombre o la de un toro. Cuando se descubrió la fabricación de la cerveza, creyeron que la embriaguez era divina, y rindieron honor a Dionisos. Cuando más tarde descubrieron la vid y aprendieron a beber vino, le consideraron aún superior.

(...) El culto a Dionisos fue visto con hostilidad por los ortodoxos pero, sin embargo, echó raíces. Contiene muchos elementos bárbaros , por ejemplo rasgar a los animales salvajes en pedazos y comerlos crudos. Tenía un extraño elemento de feminismo. Matronas respetables y doncellas, en grandes grupos, pasaban noches enteras en las colinas, en danzas de éxtasis y en un estado de embriaguez, quizá en parte alcohólico, pero ante todo místico. Los maridos no estaban de acuerdo con la práctica pero no se atrevían a oponerse al culto.

El hombre civilizado se distingue del salvaje principalmente por la prudencia o, para emplear un término más amplio, la previsión. Está dispuesto a sufrir penas momentáneas para obtener placeres futuros, incluso muy lejanos. Esta moral adquirió importancia con la agricultura. (...) Es evidente que este proceso puede ser llevado demasiado lejos, como, por ejemplo, en el caso del avaro. Pero aun sin llegar a esos extremos la prudencia puede fácilmente traer consigo la pérdida de cosas mejores en la vida. Los adoradores de Dionisos reaccionan contra la prudencia. En la embriaguez física o espiritual recobran la intensidad de sentimiento que la prudencia ha destruído. Encuentran el mundo lleno de delicia y belleza, y su fantasía se libera de pronto de la prisión de las preocupaciones cotidianas. El ritmo dionisiaco producía "entusiasmo", que etimológicamente significa que el Dios entra en la persona que le venera, y ésta se creía entonces como un Dios.

Sin el elemento Dionisiaco la vida carece de interés, con él, es peligrosa. La prudencia contra la pasión: este conflicto se extiende por toda la historia.


Bertrand Russell.
Historia de la Filosofía.

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