jueves, febrero 09, 2006

Una historia.

Contemos una historia:

Imaginémos un gran reino, de verdes praderas entre altas y magestuosas montañas, formando una cordillera cual muralla que protegiese en su seno una perla de valiosísimo valor. Un río caudaloso que mantuviese alimentado todo cuanto viviese a su vera. Veranos soleados e inviernos suaves. Abundante y variada caza, grandes y apetitosos peces. Y entre todo ello, la muchacha más bella jamás vista.

Pero como siempre todo tiene su sino. En este caso, y como todos imaginábamos, la muchacha era la princesa del reino. Sobreprotegida por un amoroso y celoso padre que espera del yerno nombre, dinero y honor. Para ello no permitía a su hija el contacto con ningún chico de su edad sin su permiso y supervisión. Pero el rey era poderoso, mas no omnipotente, y la chica terminó por ver un buen día a un muchacho. Un simple recadero. Traía el pan cada día a palacio desde la casa de su padre. Y ella se escondía todos los días para verle venir. Primero por escapar de la vigilancia del padre y saborear lo prohibido. Después por curiosidad. Más tarde se dijo a si misma que por costumbre. Y finalmente... ya no sabía por qué iba pero no podía dejar de hacerlo. Se ponía nerviosa cuando llegaba nuestro recadero e imaginaba cuando se iba cómo sería hablar con él. "Todo llega" se dijo, "un día hablaré con él".

Y llegó. Una buena mañana, mientras el muchacho esperaba su paga, ella salió tras un árbol para acercarse. "¡No!" y rehusó volviéndose a esconder. Pero ya le había visto. "¿Hola?" dijo nuestro amigo, "¿por qué te escondes de mí?". Ella no dijo nada. "¿Quieres un trozo de pan? está muy bueno. Yo ya me he comido un buen cacho, jejeje, como se entere mi padre...". Ella temblaba y se mordía el labio tras el árbol. Volvió a oir su voz pero no le entendió y entonces cerró los ojos. Algo le tocó la nariz. Abrió los ojos. Era él rozándole con un trozo de pan. "Pruébalo, hazme el favor". Ella duda. Titubea. Él insiste. Coge el mendrugo. Lo prueba. <¡Dios!> piensa ella. <¡Qué malo está!>. Pero no lo dice. "¿Te gusta?" pregunta él, "lo he hecho yo, es mi primer pan". Ella sonríe. Asiente. "Sí, está muy bueno". Y sigue comiendo. Él la mira con una sonrisa en la boca. Ella se ruboriza. Él se da cuenta. Se asusta. La vuelve a mirar. <¡Qué guapa es! no me había dado cuenta>. Se ruboriza. No dicen nada. Evitan y buscan sus ojos. Él dice adios y echa a correr.

Al día siguiente él vuelve, más temeroso, menos confiado. Da la caja con la mercancía. Espera en la puerta a que le den el dinero. Mira a un lado y a otro. Está nervioso. Le pagan. Pide el dinero que no cobró ayer pero le dicen que no saben nada. Las protestas son inútiles. Se da la vuelta y se va cabreado. "No te dije mi nombre" oye a su espalda tras unos pasos. Allí está ella y a él se le olvida la paga. Ella le tiende la mano y la ofrece algo. <¿Qué es?> se pregunta. "Es tú dinero tonto". Se miran, se sonríen. Se citan para el día siguiente.

Dia a dia, semana tras semana, mes a mes. Y ya es inevitable. Se quieren. Se aman con locura. Su pasión es ingente. Se desean, se respetan, se aman. Se saben hechos el uno para el otro. Se saben la perfecta unión... Pero todos sabemos que no termina aquí. Todos sabemos que el padre lo descubre. Que le prohibe volver a ver a ese pobre niño pobre. Y todos sabemos que ella incumple tal orden. Les vuelven a pillar.

Ahora viene la cuestión.

El rey encarcela al muchacho. Días más tarde le saca a un ruedo donde le ofrece dos puertas.

"Tras una de esas puertas hay un terrible tigre. El más fiero que mis hombres han podido capturar. No tengas duda de que te matará nada más verte. Odia a todos los hombres y tú no eres una excepción. Te descuartizará. En la otra puerta se esconde la doncella más bella de todas cuantas tengo en mi arén. Su belleza y su agudez la convierten en irresistible. Ella obedecerá mis órdenes al pie de la letra y la ordenaré amarte y quererte, satisfacerte en todo cuanto quieras. Te ofrezco tras esa puerta riqueza y belleza, pero al otro lado del reino, en una zona hermosa y pacífica.
Mañana deberás escoger una puerta. Suerte."

El muchacho se queda sin dormir toda la noche. Llora y llora su desgracia... o su suerte. No sabe qué querer.

La princesa se acerca a su ama de llaves. A su vez su ama de llaves habla con un amigo. Y éste con el guardián del terrible tigre. La princesa se entera de cuál es la puerta del tigre.

Vayamos con la cuestión. Cuando él sale al ruedo y se le hace escoger una puerta él tiembla. Duda. Y en última instancia mira a su princesa. Ella sabe que puede hacer un simple gesto y él abrirá la puerta que ella le señale. También sabe que si abre la del tigre él morirá. Y sabe que si abre la de la hermosa muchacha, él se tendrá que ir y se enamorará, sin remedio, de tal belleza. No hay posibilidad de vuelta. No hay posibilidad de reencuentro. O muerte o pérdida, que es muerte. Advierto. No cabe un futuro para ellos pues él se enamorará de la belleza que se le ofrece. Él muere para ella en cualquiera de los dos casos, mas en el segundo se lo ofrece a otra chica.

¿Qué le dijo ella? ¿Qué le dirías tú?

Saludos.

4 comentarios:

Miguel dijo...

Uf... Yo si me opero y me nombran princesa le daría a escoger la puerta de la otra chica. Al igual que él, me volveré a enamorar. Pero el verdadero amor también busca la felicidad de la pareja... por encima de todo, incluso del propio sufrimiento.

Trmndusk dijo...

Que bonito...cada vez que me la cuentas me entra la misma sensación....

¿Xq siempre todo se complica de algún modo cd las cosas van bien?

Así todo he aprendido mucho desde la primera vez que me contaste esta historia, y ya puedo decir que tengo "claro" lo que haría (a diferencia de entonces que no era capaz de decidirme)

Ya no soy tan egoista y abriría la puerta de la otra chica; todo fuese por la felicidad de la persona que tantísimo quiero(¡¡¡cómo cambian las cosas cd te das cuenta de que alguien te importa de veras!!!).
Pero eso tp quita que mientras hiciese la seña correspondiente me sintiese morir por dentro...

"El tiempo todo lo cura cd no importa ya"

Adronauta dijo...

¿Nadie dice eso de "o mía o de nadie"? jejeje. Supongo que eso es bueno.

Jil. LO dijo...

Madre mia, no lo veo nada claro. Esta claro que seria horrible contemplar como se lo come el tigre no?