miércoles, enero 11, 2006

Calígula, de Albert Camús.

Según Camús, Calígula fue en su juventud un emperador benevolente y justo, para quien la muerte de su hermana Drusila, a la que amaba apasionadamente, le hizo descubrir una terrible obviedad: los hombres mueren y no son dichosos. Calígula pensó que esa inmutable verdad perdería su poder si una vez, sólo una vez, ocurriera algo imposible. Sería como el acto mágico que rompe un hechizo. Decidió intentarlo. "Si algún poder puede realizar lo imposible" , se dijo, "es el de un emperador romano". Queriendo conseguirlo, se internó ciegamente en el horror y el disparate. Pero su fracaso no anula el hecho de que entre las grandes nostalgias del ser humano, abrumado por el peso de lo real, está la "nostalgia de lo absolutamente otro" , como dice Horkheimer. Eliot tenía razón: "humankind cannot bear too much reality", el corazón humano no soporta demasiada realidad.

José Antonio Marina.
Por qué soy cristiano.

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