martes, octubre 18, 2005

La Tumba de las Luciérnagas.


Un buen día, con alegría para mi corazón y tristeza para mi monedero, descubrí que habían sacado una colección de películas de Anime. La primera entrega traía la película el Viaje de Chihiro de la que creo ya he hablado, pero de la que de todas formas repetiré lo evidente: que es preciosa, increíble, un poema a los sentidos y un soplo de aire fresco (¡un huracán!) a la imaginación. La película ya la tenía, un magnífico regalo de Paloma, así que decidí esperar a la siguiente entrega, con la que vino la película a la que me refiero ahora: La Tumba de las luciérnagas. Qué decir de ella.

Lo primero que me sorprendió es que es tan opuesta como parecida a Chihiro. Parecida en tanto que lleva el mismo ritmo, ese ralentí, ese sin prisa pero sin pausa, sin detenerse en ningún momento, sin acelerarse pero sin bajar de marcha, ese ritmo que caracteriza a las películas de Anime y en general a las orientales (se me vienen a la cabeza dos, una de animación: La Princesa Mononoke, lenta hasta el hastío, y otra que abandona el lápiz: Primavera, Verano, Otoño, Invierno... Primavera, prácticamente sin diálogo; otras más occidentalizadas como La Casa de las Dagas Voladoras o Hero pierden parte de ese ritmo para volcarse en la poesía visual, aunque algo pervive en ellas). Tan parecida y tan distinta. Distinta porque los personajes no luchan, se dejan llevar, sólo tratan de sobrevivir, no de mejorar, no de vencer. son meros espectadores a los que la película arrastra, o mejor, arrasa. Frente a la desmesurada imaginación de Chihiro, la arrolladora realidad de La Tumba. Sus protagonistas, desbordados por completo por las circunstancias, tratan de aislarse, de sobrevivir saliéndose de esa realidad cruel para descubrir que ni en ella ni al margen de ella tienen esperanza. La lucha, sí, al principio la lucha, pero pronto la desesperanza y la resignación. La hermana pequeña es la cara de la resignación. En un determinado momento toma conciencia del mundo que les rodea y de su situación. A partir de ese momento deja de quejarse de cualquier pena que sufra y trata de aliviar el peso a su hermano, que es el luchador, el que arrastra todo el peso de la situación y el que en todo momento sabe lo que ocurre, pero que ni aun así consigue soportar tal carga. Sólo al final tira la toalla, sólo al final baja los brazos y se resigna como su hermana.

Sorprendente es a su vez el que la película es bastante antigua. Buscando por la red encontré lo siguiente: "Isao Takahataun se da a conocer, a mediados de los años 70, por sus series para la televisión 'Heidi' y 'Marco'. En 1985 funda junto con Miyazaki el Studio Ghibli. En 1988 presentó "La tumba de las luciérnagas" (Hotaru no Haka), su primera película como director dentro de Ghibli". La Tumba tiene nada menos que 20 añitos de vida y parece haber sido hecha ayer, por su calidad visual, por su ternura y por su actualidad, el mensaje anti-bélico que transmite es poderosísimo.

Como hice con Chihiro, recomiendo ver esta película a todo el mundo, aunque advierto, es muy dura, tanto que yo no la quiero volver a ver. Es curioso que películas de animación sean capaces de despertar tantos sentimientos, incluso más que las películas normales.

Nada más por hoy.

Saludos.

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