miércoles, mayo 25, 2005

Rezos.


O todo el mundo está loco o Dios es sordo.

Enrique Bunbury.


Es la clásica pregunta que cualquiera hace al cura de la parroquia: si Dios es infinitamente misericordioso e infinitamente bondadoso, ¿por qué pasa lo que pasa? Podemos hacer la pregunta más poética, como Bunbury. O estamos todos locos y hablamos sólos, o ese a quien rogamos está sordo perdido. Algo falla. Podemos también hacer la pregunta más filosófica (aunque sin descuidar la pluma), como Voltaire en sus Poemas sobre el desastre de Lisboa. Quizá podamos achacar muchos de esos males al ser humano, pero está claro que no todo es causa suya. ¿Qué padre permite, e incluso induce, a que su hijo muera a causa de un terremoto (véase maremoto)? No, la iglesia no tiene respuesta.

No podemos mantener su infinita bondad cuando dejamos de mirar al cielo y nos fijamos en la seca tierra. Únicamente siendo sordo... y ciego, se podría permitir ésto.

Puede que planteemos mal la premisa y nadie deba ayudarnos en nada, ya somos mayorcitos para funcionar sólos. ¿Por qué Dios habría de solucionar lo que nosotros embarullamos? Vale, me convence. Dios está el margen. Perfecto. Ahora bien, que nadie se atreva a pedirme que pierda un minuto en arrodillarme ante él.



Saludos gente.

No hay comentarios: